Santo Domingo.-Quien ve al presidente de la Asociación de Industriales de Herrera y Provincia Santo Domingo, Antonio Taveras Guzmán, no se imagina que la infancia de este próspero empresario transcurrió a orillas del río Ozama, y otros populosos sectores de la Capital, donde llevar alimentos a la mesa era el reto de cada día.
Su padre, un vendedor de plátanos oriundo de Moca, trabajaba largas horas, mientras su madre lavaba y planchaba para brindarles sustento a él y a sus cinco hermanos. Aunque ambos progenitores no le dejaron de herencia ninguna fortuna material, sí recibió de ellos otra que le ha servido como norte: la honestidad y un espíritu de trabajo.
“Empecé a trabajar desde muy pequeño cuando tenía catorce años”, recuerda al contrastar la precaria realidad que vivió y el sitial que ocupa hoy. Hubo momentos de su infancia que no quería llegar a la casa por saber que no encontraría nada de comer.
Robó libro
Sin embargo, su pobreza extrema y las pocas oportunidades del ambiente en que se desarrolló no le impidieron formarse. “Estudié en escuelas públicas con los libros de amigos, porque en casa no había para comprarlos”, narró.
La dedicación de Taveras Guzmán lo llevó a convertirse en un amante de la lectura, a tal punto que un día, junto a un compañero, entró a una librería a robar libros. El empresario no pudo contener la risa al recordar esa travesura. Ese episodio lo tiene presente como si hubiese ocurrido ayer, ya que continúa su amor por los libros y su principal empresa está dedicada a este sector.
El trayecto
Taveras Guzmán tiene bajo su mando a 150 empleados en varias empresas, pero para llegar hasta aquí tuvo que recorrer un largo y difícil trayecto. Antes de lanzarse al mundo de los negocios fue profesor de inglés y guía turístico.
No obstante, fue el nacimiento de su primera hija lo que marcó un antes y un después en su vida. “Soy empresario por accidente.»
Me casé muy temprano, a los 23 años, y cuando me nació mi hija yo sentía que el mundo se me venía encima y de ahí pensé seriamente en qué podía hacer para salir de ese circulo vicioso de la pobreza y que mis hijos no pasaran lo mismo que yo ”, señaló. En este afán, con un cuñado empezó una empresa de seguridad bancaria que no tuvo éxitos.
Más adelante se asoció con otro amigo con el que emprendió una revista para el sector turismo que tampoco tuvo muchos éxitos y de ahí en adelante se independizó. En ese momento corría el año 1989-1990. Recuerda que con RD$300 alquiló unas máquinas de impresión de textos para cumplir con un contrato que obtuvo. “Cuando comenzó el Plan Decenal convencí a la gente de las Naciones Unidas de que yo podía hacer libros.
No tenía rotativa, alquilé una con la que imprimí el libro y me gané RD$800 mil y de ahí empezó todo”, detalló. Para ese entonces Taveras Guzmán era el “Bugs Bunny” de su empresa. “Era el gerente, el mercadólogo, el que planificaba y tenía un motorcito que cuando llegaba a una empresa a vender un producto lo dejaba en una esquina, me secaba el sudor, cogía el maletín y la corbata y ya me convertía en el gerente”, dijo entre carcajadas.
Reconoce que para esa ocasión llegaron momentos en que discutía contratos millonarios con organismos internacionales teniendo sus zapatos rotos. En la actualidad la empresa de Taveras Guzmán es una de las más importantes en la fabricación y comercialización de libros escolares. Dirige las firmas editoras Impretur, S. A., y Edisa S.R.L. Sin embargo, sus empresas se han diversificado a otros mercados como el sector construcción.
Fuente: El Día