Sin duda alguna, habrá un “antes” y un “después” con la apertura oficial de relaciones diplomáticas entre la República Popular de China (RPC) y la República Dominicana (RD). Por supuesto, nos juntamos al optimismo generalizado que ha provocado este importante anuncio, y hay que felicitar el pragmatismo del gobierno dominicano por haber finalmente franqueado el “Rubicón” después de tantos años barajándose esta posibilidad. Del mismo modo, no se puede dejar de agradecer los aportes de 77 años de amistad y cooperación del gobierno de Taiwán. Pero como lo decía el otrora presidente de China Den Xiao Ping: “Poco importa el color del gato, lo importante es que cace ratones…”
Ahora bien, es importante analizar de manera integral las oportunidades y posibles amenazas para la economía dominicana; en este sentido, la experiencia ya vivida por Costa Rica desde 2007 cuando rompió sus relaciones con Taiwán, puede servir de espejo en el cual la sociedad dominicana quiera o no mirarse.
En términos de comercio exterior bilateral, no se había esperado el reconocimiento de las autoridades de Beijing para iniciar una muy intensa relación, de hecho, la RPC es el segundo principal socio comercial del país, lamentablemente mucho más por lo que los dominicanos les compran a los chinos que lo contrario.
De acuerdo con las cifras publicadas por la Dirección General de Aduanas (DGA) hasta diciembre 2017, la balanza comercial deficitaria con China alcanzaba US$2,286.6 millones, o sea un 74.2% más que el déficit comercial registrado por el país en 2012 (US$1,312.3 millones); en otras palabras, la relación es desde antes muy favorable al comercio chino, gracias a un fuerte crecimiento de las exportaciones chinas hacia el país: pasaron de US$1,675.9 millones (2012) a US$2,372.3 millones (2017), o sea un importante salto del 41.6% en tan solo cinco años; lamentablemente en el mismo tiempo, las exportaciones dominicanas bajaron considerablemente al caer de US$345.6 millones (2012) a apenas US$85.7 millones (2017).
¿En qué medida la oficialización de estas relaciones puede incidir positivamente en el comercio exterior de la República Dominicana? La experiencia costarricense nos dice que las exportaciones de Costa Rica hacia China se derrumbaron al pasar de US$848 millones (2007) a tan solo US$338 millones (2014) según investigaciones publicadas por Susan Chen Sui, de la Universidad de Costa Rica; y al mismo tiempo las importaciones costarricenses se dispararon al pasar de US$763 millones (2007) a US$1,716 millones (2014); en otras palabras, Costa Rica pasó de un ligero superávit comercial con China de US$85 millones (2007) a un profundo déficit comercial de US$1,378 millones (2014). Nada reconfortante…
Al observar el detalle de las exportaciones dominicanas hacia China (ver cuadro anexado), y sin sorpresa, el grueso de las exportaciones corresponde a metales y minerales tanto en bruto o como desperdicios y/o chatarras, y el descenso de las exportaciones es atribuible exclusivamente a estos rubros:
En otras palabras, fuera de estas exportaciones, solamente se ha alcanzado vender a China alrededor de unos US$30 millones de bienes, de los cuales destaca la exportación de instrumentos médicos desde las zonas francas.
Por tanto, y fuera de mayores exportaciones de minerales, entendemos que el mejor potencial para incrementar las exportaciones dominicanas será a través de exportaciones chinas (re)manufacturadas y/o (re)ensambladas en los parques industriales dominicanos (dentro y fuera de Zonas Francas) que utilizarán a la República Dominicana como un trampolín hacia los mercados de Estados Unidos principalmente, y también del Caribe y muy eventualmente hacia la Unión Europea.
En cuanto a turismo, si bien existe un genuino potencial para captar importantes flujos del mayor mercado emisor de turistas a nivel mundial delante de los Estados Unidos, habrá de diseñar unos paquetes ad-hoc para atraer al exigente turista chino; en este sentido, Costa Rica no ha logrado materializar este potencial, y solo recibió a 7,395 turistas desde China en 2014…
En cuanto a inversiones, es probable ver un significativo flujo de inversiones directas en materias de bienes raíces, tanto en la parte comercial e industrial, como en las áreas residenciales y en terrenos cultivables.
Finalmente, se ha venido barajando la posibilidad de compromisos económicos cercano a los US$3,500 millones por parte de China; es fundamental entender cuanto de esto se va a destinar a: programas de cooperación no reembolsable para sustituir y eventualmente mejorar la generosa cooperación taiwanesa; inversión directa para orientarla de preferencia hacia los sectores de generación de divisa y usarla con posibles transferencias de tecnología; financiamiento para infraestructuras para asegurar que no haya condiciones desfavorables al interés nacional (obligaciones de comprar equipos y materiales desde China en detrimento de la industria nacional; contratación de mano de obra importada; opacidad en las licitaciones, etc…).
Sacarles provecho a estos acuerdos con China Popular debe ser tarea mancomunada del sector público y de todas las instancias productivas de la Nación. Se requieren una clara estrategia y una perfecta implementación de la misma para que el país, todo el país salga ganador de esta apertura. Son las actuaciones de los Dominicanos, y no de los Chinos, que determinarán si este acercamiento resulte en un fatal “beso de la muerte” para los sectores productivos, o mucho mejor en un promisorio “toque de un ángel”.
Henri HEBRARD
Asesor Económico
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