Quiero aprovechar este momento para expresar que está bien perseguir la evasión y la elusión fiscal, y corregir todo tipo de distorsión que contribuya con el desarrollo nacional.
Que es válido intentar subir las recaudaciones vía mejorar la eficiencia de la administración tributaria. Pero esto no basta.
Tampoco basta someter a presiones innecesarias a micro, pequeños y medianos empresarios y comerciantes, que están generando riqueza y empleo. No es necesario perseguirlos como si fueran evasores consuetudinarios y no actores productivos que muchas veces solo necesitan acompañamiento.
Tampoco basta con inventarse los llamados parches fiscales con la finalidad de obtener recursos frescos y rápidos para tratar de cubrir apuros diarios y déficits fiscales del gobierno, producto de malas prácticas gerenciales, dispendio y hasta de prácticas corruptas que desangran al Estado y empobrecen y defraudan a nuestra sociedad.
Todos estamos conscientes de la necesidad de llevar a cabo esta gran reforma fiscal, pero no todos tenemos los mismos objetivos. Tampoco todos entendemos la profundidad de la misma.
Para algunos lo importante es subir la presión tributaria, para darle un respiro al gobierno y cubrir sus continuos desbalances presupuestarios.
Para nosotros los impuestos deben servir para impulsar el desarrollo integral de la economía y el país, para lograr equidad y movilidad social a partir de crear un aparato productivo eficaz, sostenible y competitivo, que sea capaz de crear empleos de calidad, y que contribuya a una mejor distribución de la riqueza.
Esta reforma debe ser parte de los instrumentos claves para fortalecer la capacidad del Estado de proveer bienes y servicios públicos y garantizar derechos. Necesitamos una reforma para mejorar la vida de la gente.
Es indudable que nuestra economía ha empezado a dar muestras de asfixia, y esta asfixia no se corrige con simple oxígeno. A pesar del crecimiento tan elogiado, estamos frente a un crecimiento de muy mala calidad, que no se ha sustentado en la mejora de la productividad de nuestras empresas, cada vez menos preparadas para competir en los mercados globales; que no ha creado empleos de calidad; que fomenta masivas importaciones basadas en un continuo e irresponsable endeudamiento; y que mantiene altísimos y vergonzosos niveles de pobreza y desigualdad.
Es hora de propiciar un gran diálogo, una gran concertación ciudadana para que juntos, empresarios, liderazgos políticos y sociales, trabajemos por las profundas y urgentes reformas económicas, institucionales y sociales a que estamos abocados como país.
Señoras y señores, llegó la hora de los hornos, como decía José Martí, llegó la hora de afrontar los grandes retos y desafíos que tenemos como país. Llegó el momento de asumir un compromiso honesto y real con nuestra nación.
Nosotros como Asociación de Empresas Industriales de Herrera y provincia de Santo Domingo, fieles a nuestra tradición histórica, decidimos convocarles a esta tertulia justamente para promover este dialogo necesario.
¡Bienvenidas y bienvenidos!